viernes, 31 de enero de 2014

Jorge Cuesta. Por: Adolfo Castañon.

 
 
ÍNDICE



Presentación 4

No aquel que goza, frágil y ligero 8

Al gozo en que la fruta se convierte 8

Nada te apartará de mí, que paso 9

Soñaba hallarme en el placer que aflora 10

Anatomía de la mano 10

Qué sombra, qué compañía 11

Este amor no te mira para hacerte durable 12

Tu voz es un eco, no te pertenece 12

La mano explora en la frente 13

La flor su oculta exuberancia ignora 13

Paraíso perdido 14

Paraíso encontrado 15

Una palabra obscura 15

Una palabra obscura 16

El viaje soy sin sentido 17

Signo fenecido 18

De otro fue la palabra —antes que mía 19

Como esquiva el amor la sed remota 20

Oh, vida,—existe 20

Su obra furtiva 21

Rema en un agua espesa y vaga el brazo 22

Retrato de Gilberto Owen 22

Canto a un dios mineral 24

JORGE CUESTA

ANTOLOGÍA




Selección y presentación de


ADOLFO CASTAÑÓN

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL

DIRECCIÓN DE LITERATURA

MÉXICO, 2007

PRESENTACIÓN



Jorge Mateo Cuesta Porte-Petit nació en Córdoba,

Veracruz, el 21 de septiembre de 1904 y se dio

muerte el 13 de agosto de 1942 en la ciudad de México,

cuando contaba 38 años. Entre estas fechas

corre la vida de uno de los escritores más inteligentes

y decididos de su generación y con seguridad

uno de los más influyentes en la literatura mexicana

moderna. Poeta, crítico, editor, hombre poco dispuesto

a depravar su gusto o a pervertir su interés,

personaje discreto pero legendario, dueño de una

amplia, viva cultura y de una leyenda escandalosa,

Cuesta orienta y discute, dándole un perfil cada vez

más preciso y congruente con nuestra realidad al

problema de la literatura y la cultura nacionales. Su

obra nos es accesible gracias a la tarea emprendida

porMiguel Capistrán y LuisMario Schneider para la

colección Poemas y Ensayos, editada por nuestra

Universidad. El conjunto abarca cuatro volúmenes,

de los cuales sólo el primero es de poemas. La obra

poética completa de Jorge Cuesta comprende algo

más de cuarenta poemas, de los cuales más de la

mitad han sido trabajados como sonetos.Aun Canto

a un dios mineral podría ser visto de algún modo



como una suma de sonetos. Este poema es como la

síntesis y el inventario—técnicos y demotivos—de

su obra poética toda.A Cuesta, como aValéry, le preocupaba

la poesía como manifestación de la inteligencia

y no de los afectos. Así, no son fortuitas las

coincidencias, por lomenos formales, de este poema

con El cementerio marino. Este Canto es uno de esos



poemas llamados a rendir una visión del mundo, y

se inscribe en la corriente de Muerte sin fin y Cada



4

cosa es Babel.No sólo contiene un catálogo de obsesiones;



mima, representa el proceso creativo según

Cuesta. ¿Los temas?: la relación del hombre con la

naturaleza y de la naturaleza con la naturaleza, el

encuentro del hombre consigo mismo, el paso por

una“noche oscura”, el lenguaje como redención y

pérdida, lamuerte del autor ansiosa por ver aparecer

al relevo-lector que la actualice y vuelva a“morir”.

Contra lo quemuchos piensan,Cuesta poeta no sólo

es su “Canto al dios mineral”. Sus sonetos le dan

nueva vida al género. Forma y contenido se deslizan

y trenzan —la sintaxis es un expediente utilizado

con fines estrictamente poéticos— unánimes. Lo

musical es el primer recurso para“suspender la incredulidad”

y hacer del poema un estado autónomo.

Como en la literatura del siglo de oro, las peripecias

sintácticas, los enrevesamientos del pronombre relativo

son el instrumento mismo de la precisión.

La imposibilidad de vivir la vida, la “vida realmente

vivida”, es uno de los motivos constantes en

la poesía de Cuesta. Para él la experiencia es tan intensa

que resulta irrecuperable. Como la plenitud

está en el goce, que es muerte (V. El cementerio marino:“

Como la fruta se deshace en goce/y su ausencia



en delicia se convierte/mientras muere su forma en

una boca”), se refuerza la convicción de que la condición

humana es condición dividida y de que estamos

prometidos a la muerte. El poema —lo

inaprehensible vueltomúsica—hace del goce su objeto

en ambos sentidos y él mismo representa esa

escisión.Más allá o más acá del ritmo, las imágenes,

las metáforas y las ideas—el sentimiento está proscrito

y su presencia es clandestina— dan cuenta de

la misma imposibilidad de aprehender algo que no

5

se resuelva en su contrario. Pues, apenas toma

forma, la metáfora se diluye en su opuesto: el poeta,

su experiencia, no quieren ser reductibles a ninguna

de sus metáforas, sólo desean manifestarse en el

juego que contrasta y varía.



Es cierto que la poesía de Jorge Cuesta suscita en

el lector un sentimiento de revelación inminente,

pero no lo es menos que también lo decepciona y

posterga.Y es que esa inminencia es la del vacío. La

experiencia de este intensísimo poeta apenas precisaba

de unos cuantos metros y formas de versificación

y le bastaban para cifrarse algunos cientos de

palabras. LuisMario Schneider, en el agudo prólogo

a la edición de los Poemas y ensayos completos, cuyo



primer volumen sirvió para articular la presente selección,

no dejó de insinuar que la constante recurrencia

de ciertas palabras y de ciertos giros no es en

modo alguno signo de pobreza—el hombre realiza

y se realizamejor cuando semueve dentro de límites

reconocidos.

Sobre todo cuando se parece a uno mismo, el interlocutor

es una presenciamovediza. El de estos sonetos,

que son monólogos, juegos, variaciones, es

evasivo. El tipo de relación que tiende a establecer

no es de orden confesional, ya que en una primera

instancia la vida del poeta le es intransferible e incomunicable

aun a él mismo. En el arduo ejercicio de

matizar la ausencia, Cuesta logró conocer fragmentos

de sí mismo, por eso puede reclamar con cierta

justicia el título de poeta experimental. Sin embargo,

que nadie se llame a engaño: ese avatar del lenguaje

no es aventura del pensamiento, vehículo de la revelación

terrenal o testimonio de los sentidos, aunque

sí pueda ser, deriva de la inteligencia, como señaló



6

Alí Chumacero, uno de sus intérpretes más fieles y

uno de los poetas mexicanos en quien la obra de

Cuesta encuentra como una continuación y un renacimiento.

El riesgo de Cuesta es el de una perfección

elíptica, que privilegia a la cohesión y lo rotundo de

la frase en perjuicio de la experimentación. El gesto

profético, la palabra como revelación y revolución,

el poeta y el poema como campos de batalla de la

Historia son ajenos a este proyecto literario.No será

difícil apreciar que, si a algo, esta poesía aspira a ser

indagación de y en la inteligencia, canto y música,

reveladora y fluida constelación de nuestros ritmos

interiores.

Adolfo Castañón

7

NO AQUEL QUE GOZA, FRÁGIL Y LIGERO



No aquel que goza, frágil y ligero,

ni el que contengo es acto que perdura,

y es en vano el amor rosa futura

que fascina a cultivo pasajero.

La vida cambia lo que fue primero

y lo que más tarde es no lo asegura,

y la memoria, que el rigor madura,

no defiende su fruto duradero.

Más consiente el sabor áspero y grueso,

el color que a la luz se desvanece,

la materia que al tacto se destroza.

Y en vano guarda su variable peso

el árbol y su forma se endurece,

y el mismo instante se revive y goza.

AL GOZO EN QUE LA FRUTA SE CONVIERTE



Al gozo en que la fruta se convierte

sobrevive la sed que lo desea.

Es avidez, no más, lo que se crea

del estéril consumo de su suerte.

Cava en ella la tumba en que se vierte,

la vana forma que el amor rodea

y ella misma se nutre y se recrea,

voraz y sola, con su propia muerte.

8

No del pasado azar que considera,

la vida crece sólo dilatada,

ni el objeto futuro la sustenta.

Fluye de sí como si entonces fuera,

y el amor, que la mira despojada,

tampoco de su sueño la alimenta.

NADA TE APARTARÁ DE MI, QUE PASO



Nada te apartará de mí, que paso,

dicha fágil, tú misma pasajera.

El rigor que te exige duradera

es más fugaz que tu substancia acaso.

No da abundancia la abstinencia al vaso,

ni divide la sed como quisiera.

Hora que, para ser, otra hora espera,

no existe más cuando agotó su paso.

De sí mismo el placer no se desprende.

Si para conservarse, se translada

al instante más hondo que provee,

ya no es placer lo que el placer suspende.

Qué vana entonces la avidez pasada

a su muerte futura desposee.

9

SOÑABA HALLARME EN EL PLACER QUE AFLORA



Soñaba hallarme en el placer que aflora;

pero vive sin mí, pues pronto pasa.

Soy el que ocultamente se retrasa

y se substrae a lo que se devora.

Dividido de mí quien se enamora

y cuyo amor midió la vida escasa,

soy el residuo estéril de su brasa

y me gana la muerte desde ahora.

Pasa por mí lo que no habré igualado

después que pasa y que ya no aparece;

su ausencia sólo soy, que permanece.

Oh, muerte, ociosa para lo pasado,

sólo es tu hueco la ocasión y el nido

del defecto que soy de lo que ha sido.

ANATOMÍA DE LA MANO



La mano, al tocar el viento,

el peso del cuerpo olvida

y al extremo de su vida

es su rastro último y lento.

No da al sabor instrumento

su lengua ciega y hendida,

y sólo otra duda anida

su duda de movimiento.

10

Mas como una sed en llamas

que incierta al azar disputa

toda la atmósfera en vano,

imita al árbol sus ramas

en pos de una interna fruta

la interrupción de la mano.

QUÉ SOMBRA, QUÉ COMPAÑÍA



Qué sombra, qué compañía

impalpable, más cercana,

al abismo de mañana

el paso me contenía,

si está la vista vacía,

y una desierta ventana

sólo es una presa vana

de las cadenas del día.

Del tiempo, estéril contacto

con el arrepentimiento

en que se parte y olvida

la frágil ciencia del acto,

es la posesión que siento,

vacante, sobre mi vida.

11

ESTE AMOR NO TE MIRA PARA HACERTE DURABLE



Este amor no te mira para hacerte durable

y desencadenarte de tu vida, que pasa.

Los ojos que a tu imagen apartan de tu muerte

no la impiden, sólo hacen más presente tu ruina.

No hay sitio enmimemoria donde encuentre tu vida

más que tus ya distantes huellas deshabitadas.

Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia

y huye tu voz del aire real que la devora.

Dentro de mí te quema la sangre con más fuego,

los instantes te absorben con más ansia, y tus voces,

mientras más duran, se hunden más hondo en el

abismo

de las horas futuras que nunca te han mirado.

TU VOZ ES UN ECO, NO TE PERTENECE



Tu voz es un eco, no te pertenece,

no se extingue con el soplo que la exhala.

Tus pasos se desprenden de ti

y hacen caminar un fantasma intangible y perpetuo

que te expulsa del sitio donde vives

tan pasajeramente y te suplanta.

Tanto mi tacto extremas y prolongas

que al fin no toco en ti sino humo, sombras, sueños,

nada.

Como si fueras diáfana

o se desvaneciera tu cuerpo en el aire,

miro a través de ti la pared

o el punto fijo y virtual

12

que suspende los ojos en el vacío

y por encima de las cosas en movimiento.

LA MANO EXPLORA EN LA FRENTE



La mano explora en la frente,

del sueño el rastro perdido;

mas no su forma, su ruido

latir contra el tacto siente.

Un muro tan transparente

poco recluye el olvido,

si renace su sentido

y está a la mano presente.

Si bien el sueño murmura

que al fin su nada perdura

sobre un tacto ciego y frío

que su espesor no sondea

y solamente rodea

el rumor de su vacío.

LA FLOR SU OCULTA EXUBERANCIA IGNORA



La flor su oculta exuberancia ignora,

y que es por una vigilante usura

de un mismo azar, que evade su clausura

la miel, y la embriaguez, que se evapora.

13

Que no agota su pérdida de ahora,

sino que otra mayor dicha futura

la fruta embriagará cuando madura,

no lo sabe la flor, y se devora.

Extrema el polen como vivo grano,

y ella misma se siembra y restituye

a sí misma la vida que le huye.

No mira que su gozo es hondo en vano

y no lo niega al fin si lo disputa

al más profundo abismo de la fruta.

PARAÍSO PERDIDO



Si en el tiempo aún espero es que, sumiso,

aunque también inconsolable, entiendo

que el fruto fue, que a la niñez sorprendo,

no don terreno, más celeste aviso.

Pues, mirando que más tuvo que quiso,

si al sueño sus imágenes suspendo,

de la niñez, como de un arte, aprendo

que sencillez le basta al paraíso.

El sabor embriagado y misterioso,

claro al oído (el mundo silencioso

y encantados los ruidos de la vida)

vivo el color en ojos reposados,

el tacto cálido, aires perfumados

y en la sangre una llama inextinguida.

14

PARAÍSO ENCONTRADO



Piedad no pide si la muerte habita

y en las tinieblas insensibles yace

la inteligencia lívida, que nace

sólo en la carne estéril y marchita.

En el otro orbe en que el placer gravita,

dicha tenga la vida y que la enlace,

y de ella enamorada que rehace

el sueño en que la muerte azul medita.

Sólo la sombra sueña, y su desierto,

que los hielos recubren y protejan,

es el edén que acoge al cuerpo muerto

después de que las águilas lo dejan.

Que ambos tienen la vida sustentada,

el ser, en gozo, y el placer, en nada.

UNA PALABRA OBSCURA*



En la palabra habitan otros ruidos,

como el mudo instrumento está sonoro

y a la avaricia congelada en oro

aún enciende el ardor de los sentidos.

De una palabra obscura desprendidos,

la clara funden al ausente coro

15

* lra. versión.



y pierden su conciencia en el azoro

preso en la libertad de los oídos.

Cada voz de ella misma se desprende

para escuchar la próxima y suspende

a unos labios que son de otros el hueco.

Y en el silencio en que zozobra, dura

como un sueño la voz, vaga y futura,

y perpetua y difunta como un eco.

UNA PALABRA OBSCURA*



En la palabra habitan otros ruidos,

como el mudo instrumento está sonoro

y la templanza que encerró el tesoro

el enjambre sólo es de los sentidos.

De una palabra vaga desprendidos,

la cierta funden al ausente coro

y pierden su conciencia en el azoro

preso en la libertad de los oídos.

Cada voz de ella misma se desprende

para escuchar la próxima y suspende

a unos labios que son de otros hueco.

Y en el silencio en que se dobla y dura

como un sueño la voz está futura

y ya exhausta y difunta como un eco.

16

*3ra. versión.

EL VIAJE SOY SIN SENTIDO



El viaje soy sin sentido

—que de mí a mí me translada—

de una pasión extraviada,

mas a un fin no diferido.

Lo que pierdo es lo que he sido

para ser silencio y nada,

y, por el alma delgada,

que pase el azar su ruido.

Entre la sombra y la sombra

¿qué imagen se ve y se nombra

la misma que se aventura?

Sólo azar es el abismo

que se abre entre mí y yo mismo.

El azar cambia y no dura.

Coda:


La presencia fue aquí

y todo palpitó aliento de vida.

Hasta el aire se hacía como tenaza

a las cordiales brasas escondidas.

La presencia fue aquí

y en todas las sonrisas.

La feliz circunstancia de un abrazo

hizo el aire delgado como brisa.

El mundo se reía

penetrado de gracia y de fe pía.

La Creación toda entera,

vuelta luz,

17

se recreó en las pupilas un instante,

abrió luego los poros delirantes

transformando las venas en luceros.

El cuerpo se perdió en rayos de sol.

El hombre, vuelto nada,

lo fue todo.

Y el crepúsculo vino.

La luz se fue apagando.

El cuerpo se hizo sombra;

nuevamente ocupó el viejo lugar.

Y al cabalgar las horas

nuevos tedios lo agobian.

La mirada se pierde en el recodo

donde volteó el reflejo.

El sol cayó a lo lejos

en líneas fugitivas.

La soledad se hizo lluvia

en las pupilas.

SIGNO FENECIDO



Sufro de no gozar como debiera:

tu lágrima fue el último recelo

que me ascendió los ojos a tu cielo

y me llevó de invierno a primavera.

Junto a mi pecho te hace más ligera

la enhiesta flama que alza tu desvelo.

18

Tus plantas de aire se aman en mi suelo

y te me vuelves casi compañera.

Estás dentro de mí, cómoda y viva

—linfa obediente que se ajusta al vaso—.

Mas la angustia de ti se me derriba,

se me aniquila el gesto del abrazo.

Y te pido un amor que me cohiba

porque sujeta más con menos lazo.

DE OTRO FUE LA PALABRAANTES QUE MÍA



De otro fue la palabra —antes que mía—

que es el espejo de esta sombra, y siente

su ruido, a este silencio, transparente,

su realidad, a esta fantasía.

Es en mi boca su substancia, fría,

dura, distante de la voz y ausente,

habitada por otra diferente,

la forma de una sensación vacía.

Al fin es la que hoy, obscura y vaga,

otra prolonga en mí, que no se apaga,

sino igual a sí misma oye su sombra

al hallarla en el ruido que la nombra

y en el oído hace crecer su hueco

más profundo cavándose en el eco.

19

CÓMO ESQUIVA EL AMOR LA SED REMOTA



Cómo esquiva el amor la sed remota

que al gozo que se da mira incompleto,

y es por la sed por la que está sujeto

el gozo, y no la sed la que se agota.

La vida ignora, mas la muerte nota

la ávida eternidad del esqueleto;

así la forma en que creció el objeto

dura más que él, de consumirlo brota.

Del alma al árido desierto envuelve

libre vegetación, que se disuelve,

que nace sólo de su incertidumbre,

y suele en el azar de su recreo

ser la instantánea presa del deseo

y el efímero pasto de su lumbre.

OH,VIDAEXISTE



Oh, vida—existe;

después desgrana

deseos, mana

sed; ya no asiste—,

lo que no fuiste

tu muerte gana.

La muerte es vana,

profunda y triste.

20

Fiel dicha y rara,

nada te deja

que te asemeja,

la muerte avara.

Apenas muere

la hora, difiere.

SU OBRA FURTIVA

Su obra furtiva

el sueño extiende,

mas no la aprehende

ni la cautiva.

En vano activa

la nada, enciende

sombras y asciende

libre, alta y viva.

Aun más perdida

que para el sueño

de nada dueño,

vaga en la vida

del alma incierta

que se despierta.

21

REMA EN UN AGUA ESPESA Y VAGA EL BRAZO



Rema en un agua espesa y vaga el brazo,

pero indeciso su ademán suspende,

y aislado del impulso que lo tiende

la mano ignora que lo dé al acaso.

La suya inútil flota con retraso,

pero ningún fugaz apoyo aprehende

en el vacío, de que se desprende

lo mismo que del yugo de su paso.

Oscila sin esfuerzo, consumido

el mundo en torno, y como del olvido

una memoria mutilada emana

que ya no habita el alma que la mira,

aun muerto se desata y se retira

del brazo inerte la presencia vana.

RETRATO DE GILBERTO OWEN*



Enviaba a la guerra su imagen indócil

para que volviera sobria y mutilada

pero volvía intacta y se ponía a llorar

porque no era bastante equilibrista

para ser un modelo de Cézanne.

Y envidiando el estable equilibrio

de las frutas que posan sobre el mantel,

ya más no iba a buscar por los paisajes

22

mudables fondos que hicieran juego con él;

sino pensando en la geometría de sus líneas

divagaba por otoñales huertos escondidos,

donde las musas tenues se ríen entre las ramas

y amarrándose al pie lastres de manzanas

se arrojan sobre los labios distraídos.

Entonces descubrió la Ley de Owen

—como guarda secreto el estudio

ninguno la menciona con su nombre—:

“Cuando el aire es homogéneo y casi rígido

y las cosas que envuelve no están entremezcladas

el paisaje no es un estado de alma

sino un sistema de coordenadas.”

Y para defender los dulces números pitagóricos

que dentro de sus nuevas proporciones cantaban,

dibujaba a su lado muchachas apacibles

cuya sola presencia confortaba.

Pero la constancia enseñándole pronto

que el amor verdadero es menos breve

que los gratos objetos que lo mueven

las apartó luego de sí, para quedarse solo.

Y sembró en su soledad el gesto puro

que amoroso cuidado nutre y guarda,

23

* Este poema, señala Nigel Grant Sylvester, pasó desapercibido,

en su versión completa, para LuisMario Schneider yMiguel Capistrán

en su recopilación Poemas y Ensayos. Bajo el título“La



Ley de Owen” lo presentaron fragmentariamente. En 1975

Grant Sylvester lo publica y analiza en la Revista de la Universidad



(Vol. XXIX.Núms. 6-7). Creo que es esta la primera ocasión

que se recoge en una antología de Jorge Cuesta.

para mostrarlo inalterable al día

que traicionen su fondo las ventanas.

Pero con pensamiento que atraviesa

la densa niebla de la posteridad,

para tener en paz y en regla su postura

le roba al tiempo su madura edad.

1926

CANTO A UN DIOS MINERAL



Capto la seña de una mano y veo

que hay una libertad en mi deseo;

ni dura ni reposa;

las nubes de su objeto el tiempo altera

como el agua la espuma prisionera

de la masa ondulosa.

Suspensa en el azul la seña, esclava

de la más leve que socava

el orbe de su vuelo,

se suelta y abandona a que se ligue

su ocio al de la mirada que persigue

las corrientes del cielo.

Una mirada en abandono y viva,

si no una certidumbre pensativa,

atesora una duda;

su amor dilata en la pasión desierta

sueña en la soledad, y está despierta

en la conciencia muda.

24

Sus ojos errabundos y sumisos,

el hueco son, en que los fatuos rizos

de nubes y de frondas

se apoderan de un mármol de un instante

y esculpen la figura vacilante

que complace a las ondas.

La vista en el espacio difundida

es el espacio mismo, y da cabida

vasto y mismo al suceso

que en las nubes se irisa y se desdora

e intacto, como cuando se evapora,

está en las ondas preso.

Es la vida allí estar, tan fijamente,

como la helada altura transparente

lo finge a cuanto sube

hasta el purpúreo límite que toca,

como si fuera un sueño de la roca,

la espuma de la nube.

Como si fuera un sueño, pues sujeta,

no escapa de la física que aprieta

en la roca la entraña,

la penetra con sangres minerales

y la entrega en la piel de los cristales

a la luz, que la daña.

No hay solidez que a tal prisión no ceda

aun la sombra más íntima que veda

un receloso seno

¡en vano! pues al fuego no es inmune

que hace entrar en las carnes que desune

las lenguas del veneno.

25

A las nubes también el color tiñe,

túnicas tintas en el mal les ciñe,

las roe, las horada,

y a la crítica nuestra, si las mira,

por qué al museo su ilusión retira

la escultura humillada.

Nada perdura, ¡oh, nubes!, ni descansa.

Cuando en una agua adormecida y mansa

un rostro se aventura,

igual retorna a sí del hondo viaje

y del lúcido abismo del paisaje

recobra su figura.

Íntegra la devuelve al limpio espejo,

ni otra, ni descompuesta en el reflejo

cuyas diáfanas redes

suspenden a la imagen submarina,

dentro del vidrio inmersa, que la ruina

detiene en sus paredes.

¡Qué eternidad parece que le fragua,

bajo esa tersa atmósfera de agua,

de un encanto el conjuro

en una isla a salvo de las horas,

áurea y serena al pie de las auroras

perennes del futuro!

Pero hiende también la imagen, leve,

del unido cristal en que se mueve

los átomos compactos:

se abren antes, se cierran detrás de ella

y absorben el origen y la huella

de sus nítidos actos.

26

Ay, que del agua el imantado centro

no fija al hielo que se cuaja adentro

las flores de su nado;

una onda se agita, y la estremece

en una onda más desaparece

su color congelado.

La transparencia a sí misma regresa,

y expulsa a la ficción, aunque no cesa;

pues la memoria oprime

de la opaca materia que, a la orilla,

del agua en que la onda juega y brilla,

se entenebrece y gime.

La materia regresa a su costumbre.

Que del agua un relámpago deslumbre

o un sólido de humo

tenga en un cielo ilimitado y tenso

un instante a los ojos en suspenso,

no aplaza su consumo.

Obscuro parecer no la abandona

si sigue hacia una fulgurante zona

la imagen encantada.

Por dentro la ilusión no se rehace;

por dentro el ser sigue su ruina y yace

como si fuera nada.

Embriagarse en la magia y en el juego

de la áurea llama, y consumirse luego,

en la ficción conmueve

el alma de la arcilla sin contorno:

llora que pierde un venturero adorno

y que no se renueve.

27

Aun el llanto otras ondas arrebatan,

y atónitos los ojos se desatan

del plomo que acelera

el descenso sin voz a la agonía

y otra vez la mirada honda y vacía,

flota errabunda fuera.

Con más encanto si más pronto muere,

el vivo engaño a la pasión se adhiere

y apresura a los ojos

náufragos en las ondas ellos mismos,

al borde a detener de los abismos

los flotantes despojos.

Signos extraños hurta la memoria,

para una muda y condenada historia,

y acaricia las huellas

como si oculta obsecación lograra,

a fuerza de tallar la sombra avara

recuperar estrellas.

La mirada a los aires se transporta,

pero es también vuelta hacia dentro, absorta,

el ser a quien rechaza

y en vano tras la onda tornadiza

confronta la visión que se desliza

con la visión que traza.

Y abatido se esconde, se concentra,

en sus recónditas cavernas entra

y ya libre en los muros

de la sombra interior de que es el dueño

suelta al nocturno paladar el sueño

sus sabores obscuros.

28

Cuevas innúmeras y endurecidas,

vastos depósitos de breves vidas,

guardan impenetrable

la materia sin luz y sin sonido

que aún no recoge el alma en su sentido

ni supone que hable.

¡Qué ruidos, qué rumores apagados

allí activan, sepultos y estrechados,

el hervor en el seno

convulso y sofocado por un mudo!

Y grava al rostro su rencor sañudo

y al lenguaje sereno.

Pero, ¡qué lejos de lo que es y vive

en el fondo aterrado, y no recibe

las ondas todavía

que recogen, no más, la voz que aflora

de un agua móvil al rielar que dora

la vanidad del día!

El sueño, en sombras desasido, amarra

la nerviosa raíz, como una garra

contráctil o bien floja;

se hinca en el murmullo que la envuelve,

o en el humor que sorbe y que disuelve

un fijo extremo aloja.

Cómo pasma a la lengua blanda y gruesa,

y asciende un burbujear a la sorpresa

del sensible oleaje:

su espuma frágil las burbujas prende,

y las pruebas, las une, las suspende

la creación del lenguaje.

29

El lenguaje es sabor que entrega al labio

la entraña abierta a un gusto extraño y sabio:

despierta en la garganta;

su espíritu aún espeso al aire brota

y en la líquida masa donde flota

siente el espacio y canta.

Multiplicada en los propicios ecos

que afuera afrontan otros vivos huecos

de semejantes bocas,

en su entraña ya brilla, densa y plena

cuando allí late aún, y honda resuena

en las eternas rocas.

Oh, eternidad, oh, hueco azul, vibrante

en que la forma oculta y delirante

su vibración no apaga,

porque brilla en los muros permanentes

que labra y edifica, transparentes,

la onda tortuosa y vaga.



Oh, eternidad, la muerte es la medida,

compás y azar de cada frágil vida,

la numera la Parca.

Y alzan tus muros las dispersas horas,

que distantes o próximas, sonoras

allí graban su marca.

Denso el silencio trague al negro, obscuro

rumor, como el sabor futuro

sólo la entraña guarde

y forme en sus recónditas moradas,

su sombra ceda formas alumbradas

a la palabra que arde.

30

No al oído que al antro se aproxima

que el banal espacio, por encima

del hondo laberinto

las voces intrincadas en sus vetas

originales vayan, más secretas

de otra boca al recinto.

A otra vida oye ser, y en un instante

la lejana se une al titubeante

latido de la entraña;

al instinto un amor llama a su objeto;

y afuera en vano un porvenir completo

la considera extraña.

El aire tenso y musical espera;

y eleva y fija la creciente esfera,

sonora, una mañana:

la forman ondas que juntó un sonido,

como en la flor y enjambre del oído

misteriosa campana.

Ése es el fruto que del tiempo es dueño;

en él la entraña su pavor, su sueño

y su labor termina.

El sabio que destila la tiniebla

es el propio sentido que otros puebla

y el futuro domina.

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jueves, 30 de enero de 2014

18 Consejos válidos para la narrativa. Stephen King.


18 CONSEJOS EN PROCURA DE ESCRIBIR NOVELAS.

Stephen King es un escritor de oficio aunque escribir le produce tanto placer que nunca tiene la sensación de estar trabajando. Es cierto que su impresionante imaginación tiene mucho que ver con tener una mente privilegiada. Pero sin una metodología orientada al trabajo duro y la organización vital, es probable que no hubiese conseguido ser tan prolífico.

En sus memorias Mientras escribo, publicadas por primera vez en el año 2000, King dedica una parte importante a destripar los entresijos de su trabajo. Detrás de su afán por contar historias hay una manera de afrontar la vida que ayuda a provocarlas.

Puede que no te gusten sus libros. Puede que las listas con solución para todo (como este post) te produzcan repelús. Nosotros nos aventuramos a defender que lo que este genio tiene que decir merece ser escuchado.

1) Currar como un cabrón

“Si no tienes ganas de trabajar como una mula será inútil que intentes escribir bien. Confórmate con tu medianía y da gracias de tenerla por cojín. Existe un ‘muso’, pero no esperes que baje revoloteando y esparza polvos mágicos creativos sobre tu máquina de escribir u ordenador. Vive en el subsuelo. Es un habitante del sótano. Tendrás que bajar”.

2) Leer mucho y escribir mucho

“No conozco ninguna manera de saltárselas. No he visto ningún atajo. Yo soy un lector lento, pero con una media anual de setenta u ochenta libros, casi todos de narrativa. Leemos para conocer de primera mano lo mediocre y lo infumable. También leemos para medirnos con los buenos escritores y los genios y saber hasta dónde se puede llegar. Y para experimentar estilos diferentes”.

3) La lectura como centro creativo

“Si no tienes tiempo de leer es que tampoco tienes tiempo de escribir. Yo nunca salgo sin un libro y encuentro toda clase de oportunidades para enfrascarme en él. El truco es aprender a leer a tragos cortos, no solo largos”.

4) Aprende de los libros malos

“Leyendo prosa mala es como se aprende de manera más clara a evitar ciertas cosas.
(…) ¿Hay algo que dé más ánimos a un aprendiz de escritor que darse cuenta de que lo que escribe, se mire como se mire, es superior a lo que han escrito otros cobrando?”.

5) Apagar la caja tonta

“Leer toma su tiempo y el pezón de cristal te roba demasiado. Una vez destetada del ansia efímera de tele, la mayoría descubrirá que leer significa pasar un buen rato. (…) La desconexión de la caja-loro es una buena manera de mejorar la calidad de vida, no solo la de la escritura. Además, ¿de cuánto sacrificio hablamos?”.

6) El talento priva de significado al concepto de ensayo

“Cuando descubres que estás dotado para algo, lo haces hasta sangrarte los dedos o tener los ojos a punto de caerse de las órbitas. No porque siempre te juegas el todo por el todo; porque tú, creador, te sientes feliz. Quizá hasta en éxtasis. El programa agotador por el que abogo (de cuatro a seis horas diarias toda la semana) solo lo parecerá si son actividades que ni te gustan ni responden a ningún talento tuyo. De hecho, puede que ya esté siguiendo uno parecido”.

King ha logrado elevar su oficio a algo que le produce inmenso placer. “Para mí lo trabajoso es no trabajar. Cuando escribo es todo recreo y las tres peores horas que he pasado en el recreo fueron divertidísimas”.

7) La importancia de la rutina

“Dedico las mañanas a lo nuevo, la novela o cuento que tenga entre manos, y las tardes a la siesta y la correspondencia. La noche pertenece a la lectura y la familia y revisiones urgentes. Por lo general, la escritura se concentra en las mañanas. Cuando he empezado un proyecto no paro y solo bajo el ritmo si es imprescindible. Si no escribo a diario empiezan a ponérseme rancios los personajes, con el resultado de que ya no parecen gente real sino eso, personajes. Empieza a oxidarse el filo narrativo del escritor (…), empiezas a tener la sensación de que trabajas, sensación que para la mayoría de los escritores es el beso de la muerte”.

8) Marcarse retos

“Me gusta hacer diez páginas al día, es decir, dos mil palabras. En tres meses son 180.000 palabras, que para un libro no está mal”.

9) Un buen entorno para la creatividad

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La casa de Stephen King en Bangor (Maine) Foto: Julia Ess bajo lic. CC

“La mejor ayuda para una producción regular es un ambiente sereno. Hasta al escritor de naturaleza más productiva le costará trabajar en un entorno donde los sustos y las distracciones sean la norma”. King aboga por el hogar aunque otros escritores alardeen de los lugares extraños donde encuentran la productividad.

10) Cuerpo sano, mente sana

“La combinación de un cuerpo sano y una relación estable con una mujer independiente que no le aguanta chorradas ni a mí ni a nadie ha garantizado la continuidad de mi vida laboral. Creo que también es cierto lo contrario: escribir y disfrutar con ello ha garantizado la estabilidad de mi salud y mi vida familiar”.

11) Fuera distracciones

Conviene dentro de lo posible que en el despacho no haya teléfono, y menos televisión o videojuegos para perder el tiempo. Yo trabajo con la música a tope (siempre he preferido el rock duro, tipo AC/DC, Guns n’ Roses y Metallica), pero solo porque es otra manera de cerrar la puerta. Me rodea, aislándome del mundo. ¿Verdad que al esribir quieres tener el mundo bien lejos? Claro que sí. Escribir es crearse un mundo propio.

12) No usar tópicos

“Cuando un símil o metáfora no funciona, el resultado puede ser cómico o penoso. El símil zen es una trampa del lenguaje figurado pero no la única. La más habitual (y repito que caer en ella suele deberse a falta de lectura) es el empleo de símiles, metáforas e imágenes que caen dentro del tópico. “Era hermosa como un sol”, “Bob luchaba como un tigre”. No me hagas perder el tiempo (ni el de nadie) con recursos tan manidos. Quedarás como un vago o un ignorante. Ninguno de los dos calificativos será beneficioso para tu prestigio de escritor”.

13) La importancia del párrafo

“Yo soy del parecer de que la unidad básica de la escritura es el párrafo, no la frase. Es de donde arranca la coherencia y donde las palabras tienen la oportunidad de ser algo más que meras palabras. La aceleración”.

14) Respeta la gramática

“Escribir bien consiste en entender los fundamentos (vocabulario, gramática, elementos de estilo) y llenar la tercera bandeja de la caja de herramientas con los instrumentos adecuados. La segunda es que, si bien es imposible convertir a un mal escritor en escritor decente, e igual de imposible convertir un buen escrito en fenómeno, trabajando duro, poniendo empeño y recibiendo la ayuda oportuna sí es posible convertir a un escritor aceptable, pero nada más, en buen escritor”.

15) Escribe para una persona

Stephen King en su estudio. Fuente: LogoarthurStudio http://lagoarthurstudio.wordpress.com/2013/06/25/a-reposting-of-study-hacks-on-the-deliberate-rise-of-stephen-king/
Stephen King en su estudio. Fuente: LogoarthurStudio

“¿Pesan lo mismo todas las opiniones? Para mí, no. Al final, a quien hago más caso es a Tabby (su mujer), porque es la persona para quien escribo, a la que quiero seducir. Si escribes para una persona en concreto aparte de para ti mismo, te aconsejo que te fijes mucho en su opinión. (…) No puedes dejar que participe todo el mundo en tu relato, pero sí la gente más importante. No solo es posible, sino aconsejable”.

16) No tengas miedo a podar las historias

“Todos los relatos y novelas, en mayor o menor medida, son plegables. Si no puedes quitar el diez por ciento y conservar lo esencial de la historia y el ambiente, es que no te esfuerzas bastante. El efecto de una poda sensata es inmediato, y a menudo asombroso: un Viagra literario”.

16) Pasa de las drogas

“La idea de que la creación y las sustancias psicotrópicas vayan de la mano es uno de los grandes mitos de nuestra época, tanto a nivel intelectual como de cultura popular. (…) Los escritores que se enganchan a determinadas sustancias no se diferencian en nada de los demás adictos; ‘son necesarios para atenuar un exceso de sensibilidad’ no pasa de ser la típica chorrada para justificarse. He oído el mismo argumento en boca de operadores de quitanieves: que beben para calmar a los demonios. (…) Hemingway y Fitzgerald no bebían porque fuesen personas creativas, alienadas o débiles moralmente, sino por la misma razón que todos los alcohólicos. No digo que la gente creativa no corra mayor riesgo de engancharse que en otros trabajos, pero ¿y qué? A la hora de vomitar en la cuneta, nos parecemos todos bastante”.

De esto Steven King puede hablar con propiedad. En los peores momentos de su adicción al alcohol llegó a beberse una caja de latas de medio litro cada noche. “Tengo una novela, Cujo, que apenas recuerdo haber escrito”.

Cuando su familia organizó una intervención para ayudarle a dejar el alcohol, su mujer vació una bolsa de basura delante de todos que contenía “latas de cerveza, colillas, cocaína en botellitas de gramo, más cocaína en bolsitas, cucharitas para coca manchadas de mocos y sangre seca, Valium, Xanax, frascos de jarabe para la tos y hasta botellas de elixir bucal”.

17) No escribas por dinero

“No niego que mis libros me hayan dado mucha pasta, pero nunca he escrito ni una sola palabra pensando en que me la pagarían. A veces he escrito para hacerle un favor a un amigo, pero no se puede definir de ninguna manera peor que como una especie de trueque rudimentario. Siempre he escrito porque me llenaba. Puede que sirviera para pagar la hipoteca y los estudios. Yo he escrito porque me hacía vibrar. Por el simple gozo de hacerlo”.

18) No esperes a las musas

“Todos los aspirantes a escritores que conocí en la universidad estaban convencidos de que solo se escribía bien de manera espontánea, en un estado de arrebato que era un pecado desaprovechar. El constructor de la “escalera a las estrellas” soñada no podía limitarse a andar por el suelo con un martillo. (…) Los aspirantes a poetas vivían en un mundo brumoso con resabios de Tolkien, cazando poemas en el éter. Era una opinión bastante unánime: el arte de verdad procedía de… ¡del más allá! Los escritores eran taquígrafos bienaventurados que obedecían al dictado divino. Escribir poesía (o cuentos o ensayo) tiene tanto que ver con fregar suelos como con los episodios míticos de revelación”.

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