jueves, 31 de marzo de 2011

ADOLFO BIOY CASARES. LA INVENCIÓN DE MOREL

LA INVENCIÓN DE MOREL. Al final del artículo el link para bajar el libro.

ADOLFO BIOY CASARES.



¿LITERATURA DE AVENTURA? ¿LITERATURA FANTÁSTICA? ¿LITERATURA PSICOLÓGICA? ¿LITERATURA SIMBÓLICA? ¿QUé TIPO DE LITERATURA ES LA INVENCIÓN DE MOREL?


Aún después de varios años de haber leído LA INVENCIÓN DE MOREL – y debo confesarlo- no acabo de entenderla, ni tampoco de clasificarla, ¿qué tipo de texto es? ¿Es realmente una novela? ¿Es un relato? ¿Es un cuento largo o una novela corta?

Siempre me ha desconcertado y no me da pena decirlo. ¿Por qué negar que es un texto extraño?

Es cierto también que el texto narrativo siempre me ha seducido. Son de esos textos que uno hubiera querido escribir. Pero, no importa que no acabe de comprenderla en su totalidad. Me parece fantástica la imaginación desbordada de ADOLFO BIOY CASARES e igual su estilo de frase corta y pulida en esta gran obra.

Hubiera podido tomar o retomar algunos conceptos de otros autores para hacer un acercamiento a la INVENCIÓN DE MOREL pero, ¿qué mejor presentación que la hecha por su inseparable y gran amigo Jorge Luis Borges? Transcribo literalmente el prólogo de la edición: - Obras Completas. Novelas. NORMA Literatura.- en palabras de Borges:



“PRÓLOGO

Stevenson, hacia 1882, anotó que los lectores británicos desdeñaban un poco las peripecias y opinaban que era muy hábil redactar una novela sin argumento, o de argumento infinitesimal, atrofiado. José Ortega y Gasset -La deshumanización del arte, 1925- trata de razonar el desdén anotado por Stevenson y estatuye en la página 96, que "es muy difícil que hoy que¬pa inventar una aventura capaz de interesar a nuestra sensibilidad superior", y en la 97, que esa invención "es prácticamente imposible". En otras páginas, en casi todas las otras páginas, aboga por la novela "psicológica" y opina que el placer de las aventuras es inexistente o pueril. Tal es, sin duda, el común parecer de 1882, de 1925 y aun de 1940. Algunos escritores (entre los que me place contar a Adolfo Bioy Casares) creen razonablemente disentir. Re¬sumiré, aquí, los motivos de ese disentimiento.

El primero (cuyo aire de paradoja no quiero destacar ni atenuar) es el intrínseco rigor de la novela de peripecias. La novela característica, "psi¬cológica", propende a ser informe. Los rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad, ase¬sinos por benevolencia, personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre, delatores por fervor o por humildad... Esa libertad plena aca¬ba por equivaler al pleno desorden. Por otra parte, la novela "psicológica" quiere ser también novela "realista": prefiere que olvidemos su carácter de artificio verbal y hace de toda vana precisión (o de toda lánguida vaguedad) un nuevo toque verosímil. Hay páginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y ocioso de cada día. La novela de aventuras, en cambio, no se propone como una transcripción de la realidad: es un objeto artificial que no sufre ninguna parte injustificada. El temor de incurrir en la mera va¬riedad sucesiva del Asno de Oro, de los siete viajes de Simbad o del Qui¬jote, le impone un riguroso argumento.

He alegado un motivo de orden intelectual; hay otros de carácter em¬pírico. Todos tristemente murmuran que nuestro siglo no es capaz de tejer tramas interesantes; nadie se atreve a comprobar que si alguna primacía tiene este siglo sobre los anteriores, esa primacía es la de las tramas. Stevenson es más apasionado, más diverso, más lúcido, quizá más digno de nuestra abso¬luta amistad que Chesterton; pero los argumentos que gobierna son inferiores. De Quincey, en noches de minucioso terror, se hundió en el corazón de la¬berintos, pero no amonedó su impresión de unutterable and self-repeating infinities en fábulas comparables a las de Kafka. Anota con justicia Ortega y Gasset que la "psicología" de Balzac no nos satisface; lo mismo cabe anotar de sus argumentos. A Shakespeare, a Cervantes, les agrada la antinómica idea de una muchacha que, sin disminución de hermosura, logra pasar por hombre; ese móvil no funciona con nosotros. Me creo libre de toda supers¬tición de modernidad, de cualquier ilusión de que ayer difiere íntimamente de hoy o diferirá de mañana; pero considero que ninguna otra época posee novelas de tan admirable argumento como The turn of the screw, como Der Prozess, como Le Voyageur sur la terre, como ésta que ha logrado, en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares.

Las ficciones de índole policial -otro género típico de este siglo que no puede inventar argumentos- refieren hechos misteriosos que luego justifica e ilustra un hecho razonable; Adolfo Bioy Casares, en estas páginas, resuelve con felicidad un problema acaso más difícil. Despliega una Odisea de prodi¬gios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o que el símbolo, y plenamente los descifra mediante un solo postulado fantástico pero no so¬brenatural. El temor de incurrir en prematuras o parciales revelaciones me prohibe el examen del argumento y de las muchas delicadas sabidurías de la ejecución. Básteme declarar que Bioy renueva literariamente un concepto que San Agustín y Orígenes refutaron, que Louis Auguste Blanqui razonó y que dijo con música memorable Dante Gabriel Rossetti:

I have been here before,

But when or how 1 cannot tell:

I know the grass beyond the door,

The sweet keen smell,

The sighing sound,

the lights around the soore...



En español, son infrecuentes y aun rarísimas las obras de imaginación razonadas. Los clásicos ejercieron la alegoría, las exageraciones de la sátira y, alguna vez, la mera incoherencia verbal; de fechas recientes no recuerdo sino algún cuento de Las fuerzas extrañas y alguno de Santiago Dabove: ol¬vidado con injusticia. La invención de Morel (cuyo título alude filialmen¬te a otro inventor isleño, a Moreau) traslada a nuestras tierras y a nuestro idioma un género nuevo.

He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.





Jorge Luis Borges”

http://www.4shared.com/zip/Y9CyinYK/Bioy-Casares-Adolfo-La-Invenci.html

Nota: gracias a todos los amigos latinoamericanos y de Europa que han visitado mi página. J. MÉNDEZ LIMBRICK.




















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